sábado, 1 de agosto de 2009

Cuando saber es un castigo y la imposibilidad de “mirar” a la radio con oidos inocentes.

En un comentario posteado en una de las últmas entradas al blog me invitaban a que observara a la radio desde el lado de afuera, con ojos de los que escuchan radio sin saber nada de ella por dentro. Escucharla como ama de casa, como mecánico, como peluquero, como chofer de taxis, remises y colectivos, como estudiante y tantas otras categorías que por profesión o actividad, se dividen los restos de los mortales que no están relacionados con los medios.
Y la verdad me resulta imposible hacerlo. 
La entrada siguiente a esta reitero la primera entrada del blog y se verá entrelíneas porque ya no puedo “mirar” inocentemente a la radio. 
Uno no pretende ponerse como modelo de oyente inquieto que se le deba prestar atención. Es que n la medida que se avanza y mira el camino recorrido todo toma un sentido único. Porque desde que uno tomo como fundamental el acto de elegir una radio para escuchar e informarse, una banda para ir armando una identidad o una personalidad musical, no muere nunca y es vara para medir los pasos siguientes y asi se encuentra las respuestas a la gran pregunta de cómo llegamos a lo que somos. Algunas respuestas están también en algunos hachos ajenos a uno.
Siempre me inquietó la falta de alternativas para elegir. No resisto a la idea que de algo haya mucho y del otro haya poco o nada. Así, sin saber nada de medios, mover el dial era un acto de libertad extrema que se sumaba al acto de cambiar de AM a FM y a OC y descubrir que había mas allá de acá. Que me ofrecía otras radios. De esta manera un mundo nuevo se me abrió a mis oidos. Otra músicas, otras formas de hacer radio. Tenía alternativas y lo que se presentaba en la ciudad como tal me prendía. Así a la posición antialfonsinista del diario local que me había entusiasmado en un principio (estuve a punto de afiliarme a la entonces UCeD) termine siendo fana de Radio Nacional, que dirigía un joven Carlos Quiroga, con sus periodísticos locales tanto de la mañana como los de la tarde. Esta opción me llevo a encontrar la alternativa a la música que venía escuchando con el programa de rock que se emitía por Nacional llamado Barco Azul y por supuesto con FM de la Bahía. Todo esto en los 80. Década por cierto de pocas alternativas mediáticas y musicales.
No es casual que el modelo radiofónico europeo y canadiense que es público básicamente, tiene como eje filosófico de ser, mostrar todo los aspectos culturales de una nación. No dejar de lado ningún arte, ningún artista, ninguna corriente musical. El modelo se rige con la norma de ofrecer todas las alternativas para que el ciudadano de cada rincón del páis tenga las opciones suficientes para elegir culturalmente e informativamente. En caso del modelo estadounidense de las broadcast privadas, que es el que se tomo como modelo en la Argentina, el eje filosófico es el lucro. En este caso, todo queda supeditado a lo que dé ganacia, y si es ràpida mejor. En mercados amplios como lo es el de EEUU, cualquier propuesta tiene mercado rentable y asi se tiene variedad en radio que satisface a porciones de mercados distintas pero similares en cantidad y calidad. La posibilidad que da la internet muestra esta variedad en los dos sistemas.
En audiencias mas chicas como la Argentina, solo en las concentraciones de población mayores como lo es Capital, la variedad de opciones se hace evidente. Así y todo, se encuentra porciones de audiencias insatsifechas con lo que hay al aire. A pesar de no ser muy chicas, no pueden sostener una inversión publicitaria que mantengan una radio. El ejemplo mas reciente es FM Kabul cuya programación musical era rock indie alternativo.
En ciudades medianas, y que recién se estan despertando de su adolescencia pueblerina, como lo es Bahía, la situación se torna mucho más difícil. Agravado por la permanencia de un medio de tendencias ultra conservadoras que pudo sostenerse mientras otros no que fue moldeando el gusto cultural de la mayoría de su población. También fue armando una idea en todos los actores (trabajadores, periodistas, locutores, comerciantes, agencias de publicidad y oyentes), que podrían ayudar a sostener otros medios, de que era imposible llevar a cabo una alternativa mediática. Los intentos solo eran espontáneas y casuales posibilidades con vencimiento seguro. Los cambios políticos y económicos que llegaron después en los 90 y en la década actual posibilitaron que la ciudad cuente con alternativas en medios.
En otra entrada observé que esté cambio de cero alternativa a muchas, no lo es del todo amplia. Si vamos a lo estrictamente musical, salvo las radios dedicadas a la cumbia y tropical, las de Rock nacional, a Clásica y a Music, el resto que es mayoría no ofrece nada de distinto en lo musical. Mi desazón personal al respecto lo refleje en mis primeras participaciones en el chat de eldialweb.blogspot.com. 
Sabiendo o no, no puedo dejar de mirar a la nueva situación como la miré siempre: Hay alternativas a lo que hay o existe en lo que ya hay? Si la respuesta es “NO” se dispara mi culo inquieto que moviliza mi cabeza y que hoy por hoy terminó en este blog.
Talvez en esta movilización hacia la búsqueda de la alternativa mediática soslayo cosas que se hacen bien y que no necesita mencionarse porque queda en evidencia que son pocas y que el camino aun esta recién comenzado. Y para resaltar lo malo no es necesario nombrar lo poco que se hace bien. Opto por nombrar lo mucho que se hace mal.
Lamentablemente por saber no soporto escuchar todo un programa entero. Si ya en 15 minutos hay conductores que se pisan en el diálogo, que hablan más de lo necesario y se les nota que dicen lo que cualquiera pueda decir en un café, cambio. Si la música ya no tiene emoción, si su letra no me dice nada, si hace una hora el tema lo pasaron supuestamente porque fue pedido y ahora porque si, cambio. Así fue siempre. Antes y después de saber. Y tampoco puedo mirar como lo hace mi peluquero, o como lo hace el resto de lo que es audiencia. Porque ellos no definen el trabajo de un periodista o conductor, como no define el paciente el trabajo de un médico. El marco que puede haber interacción lo define el profesional. Porque hay procedimientos que respetar, formas que seguir para obtener los resultados, en definitiva estándares que cada profesión se aprende y se sostiene en la medida que se ejerce la profesión.
Si hay profesionalización en los medios no debería ser distinto. Sino se avala que no es una profesión seria, sino un montón de personas que tiene un buen hablar para vender publicidad y llenar un programa con blabletas intrascendentes una mañana entera, o son amigos de un grupo de poder que le permite tener un programa seudo periodístico. O en el mejor de los casos tener una discografía amplia y solo es pasar música por radio.
Como asistimos a tal médico, o tal peluquero, es porque creemos en su formación, en su técnica, en su confianza en si mismo para ir en búsqueda de la salud perdida en un caso y la estética perdida en el otro.
Y el peluquero como el médico primero se pone de lado de su profesión que exige responsabilidades y deberes. 
Un conductor, un periodista, un locutor ponerse del lado del oyente dejando de lado lo que exige la profesión es dejar de ser profesional.
La posición privilegiada de ser comunicador e intermediario de la cultura, de la información, de las noticias, de la música, conlleva responsabilidades que va más allá de los gustos de los oyentes que están abocados a sus rutinarias e insatisfactorias tareas. Porque en definitiva la gran parte de los gustos y necesidades culturales e informativas de los oyentes parten de lo que los medios dan. Yo llegué a la adolescencia sin saber que era el rock nacional hasta que escuche a Sui Generis, y no en una radio. Pero sí me había enterado sobre fines de los 70 de una banda alemana Kraftwerk escuchando la radio en la limitada variedad musical que ofrecía unos de los primeros programas de música que me interesó. 
De ahí la responsabilidad de contar con alternativas. El oyente no es estúpido y limitado que no puede recibir otra información, otra música, otra radio. También se da cuenta que tan idiota y limitado es el que habla por la radio que no puede darle más. En ese momento es cuando cambia el dial, o apaga la radio…


2 comentarios:

Pablo dijo...

Si bien suena medio a la vuelta de tuerca numero 1000 (o 50 segun tu cuenta) sobre el tema que te obsesiona (que no es el único del blog, claro está, sino el que más se repite) tu exposición estuvo interesante.

Eso sí, el de abajo es un refrito! No jodás! (chiste, no te chivés...)

Un abrazo.

dePolizón dijo...

"Si ya en 15 minutos hay conductores que se pisan en el diálogo, que hablan más de lo necesario y se les nota que dicen lo que cualquiera pueda decir en un café"
La mayoria son "opiniòlogos" sin fundamentaciòn o conocimiento del tema del cual estàn exponiendo.
Pero el "chamuyo" es una industria Nacional. Lamentablemente, yo no percibo el cambio del cual vos hablàs, ni siquiera lo avisoro cercano. La radio tiene un formato casi uniforme a Nivel Nacional, no interesa si es ciudad grande o chica.