miércoles, 14 de octubre de 2009

Ideal, realidad y mediocridad. Una historia casi real, un poco imaginada.


-Vamos a poner la radio que queremos.- le dije sin más después del primer sorbo al mate de esa madrugada.
Marcos me miro como siempre me miraba cuando me veía que me estaba quemando una idea en mi cabeza.

-Ya fue nuestro tiempo. Estamos afuera.

Sabía su respuesta de antemano. Su pesimismo era como la gripe A, porque contagiaba mucho más y no había optimismo que contrarrestara su efecto. Pero había venido con una vieja arma que 15 años atrás nos dio los dientes suficientes para salir a comernos el mundo. El mundo de los medios de la ciudad. Aunque la situación nos demostraba a mi y a Marcos que no nos fue tan bien. Aun así, saque de mi mochila el viejo ejemplar de El hombre mediocre de José Ingenieros, con los subrayados de ese entonces.

-Pone tu mejor voz de tenor y léete los subrayados. Te acordás, lo hicimos en casa. Noche fría de Marzo del 94.

-Loco, eso fue hace mucho. Otra época. El uno a uno no comenzaba?, era otro mundo, todos empezábamos a hacer algo. Y ganaron los que tenían que ganar.

Yo mantenía el ejemplar en la mano ofreciéndoselo y en la otra el mate. Le di otro chupón a la bombilla. Lo miraba tratando de decirle que sabía lo que pensaba, que sabía lo que sufría porque en definitiva los dos no pudimos con la ciudad. Hicimos poco pero que no nos alcanzó. 

-Dale che. Vos lee y después te digo la idea que me esta quemando la cabeza.

Su tono tenor también le hacía diferente la carcajada. Solo lo acompañe con una sonrisa. El serio siempre había sido yo y pocas veces le hice dúo.

Así que leyó. No antes de hacer algunos ejercicios con su garganta. Siempre había sido un profesional. Delante del micrófono y fuera del mismo. Cuando su voz era requerida debía dar lo mejor de si.
-Listo. A ver a ver. Estas inchapelotas hoy.- decía mientras hojeaba el libro hasta encontrar el primer subrayado.

Introducción. La emoción del ideal.

Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un Ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala; si la dejas apagar no se reenciende jamás. Y si ella muere en ti, quedas inerte: fría bazofia humana.

Es de pocos esa inquietud de perseguir ávidamente alguna quimera, venerando a filósofos, artistas y pensadores que fundieron en síntesis supremas sus visiones del ser y de la eternidad, volando más allá de lo real. Los seres de tu estirpe, cuya imaginación se puebla de ideales y cuyo sentimiento polariza hacia ellos la personalidad entera, forman raza aparte en la humanidad: son idealistas.

Se detuvo y su sonrisa me dijo lo que pensaba. Su mente regresó 15 años. Y en la mía también. Los dos volvimos al momento que nos dimos cuenta del porque tantas noches pensando que podríamos hacer algo. Yo el año que entraba comenzaría periodismo y el se entusiasmaba por la inminente apertura del ISER en el Juan XXIII. Paso al siguiente subrayado.

DE UN IDEALISMO FUNDADO EN EXPERIENCIA

Un ideal no es una fórmula muerta, sino una hipótesis perfectible; para que sirva, debe ser concebido así, actuante en función de la vida social que incesantemente deviene. La imaginación, partiendo de la experiencia, anticipa juicios acerca de futuros perfeccionamientos: los ideales, entre todas las creencias, representan el resultado más alto de la función de pensar.

Los ideales pueden no ser verdades; son creencias. Su fuerza estriba en sus elementos efectivos: influyen sobre nuestra conducta en la medida en que lo creemos. Por eso la representación abstracta de las variaciones futuras adquiere un valor moral: las más provechosas a la especie son concebidas como perfeccionamientos. Lo futuro se identifica con lo perfecto. Y los ideales, por ser visiones anticipadas de lo venidero, influyen sobre la conducta y con el instrumento natural de todo progreso humano.

A medida que la experiencia humana se amplía, observando la realidad, los ideales son modificados por la imaginación, que es plástica y no reposa jamás. Experiencia e imaginación siguen vías paralelas, aunque va muy retardada aquélla respecto de ésta. La hipótesis vuela, el hecho camina; a veces el ala rumbea mal, el pie pisa siempre en firme; pero el vuelo puede rectificarse, mientras el paso no puede volar nunca.

Reducir el idealismo a un dogma de escuela metafísica equivale a castrarlo; llamar idealismo a las fantasías de mentes enfermizas o ignorantes, que creen sublimizar así su incapacidad de vivir y de ilustrarse, es una de tantas ligerezas alentadas por los espíritus palabristas.

-Este párrafo me acuerdo que lo indiqué yo como importante.- se interrumpió en la lectura dándose un respiro a la voz y a su alma que se sentía encenderse en cada párrafo.

-Me acuerdo. Lo anotaste porque estabas en una lucha con tu viejo por lo que habías decidido estudiar. No entendía aquello de Filosofía y ciencias de la Educación. Un poco más era como estudiar para puto.

-Fue jodido. Murió sin comprender. Tal como ahora estoy talvez haya tenido la razón.

-Marcos, por favor. - ya me estaba arrinconando en su pesimismo. No lo culpaba, yo llegue a estar igual y tardé en salir.- Tengo la impresión que este es un nuevo tiempo para nuevas ideas. Aquel tiempo aun no era el nuestro.

Se había enfriado el agua. Y antes que deje el libro y desista en continuar me levanté para poner la pava en el fuego. Temía que realmente se ponga mal. Era duro para los dos reflotar viejos ideales que en un tiempo nos movilizó. Vivimos de ellos concretando solo un 10% de lo que pretendíamos. Las circunstancias nos había empujado a una realidad que ya no cabían ideales y ahí nos quedamos. Mirando como el resto sin mucho esfuerzo seguía. Tardamos unos años en darnos cuenta que teníamos un techo muy bajo, muy chato y que no nos hubiera permitido seguir. No era nuestra culpa. En parte, porque el techo ya estaba y era mas resistente de lo que pensábamos. No fue fácil. Nadie nos dijo que Bahía Blanca era facil y un asi nos golpeamos. Y eso alguna marca nos dejó.

-Seguí que ahora viene lo mejor.- le dije volviéndome a sentar.

Garraspeó y continuó.

Los espíritus afiebrados por algún ideal son adversarios de la mediocridad: soñadores contra los utilitarios, entusiastas contra los apáticos, generosos contra los calculistas, indisciplinados contra los dogmáticos. Son alguien o algo contra los que no son nadie ni nada.

Se freno de nuevo y me miro por arriba del libro.

-Seguí que en estos quince muchos se han agregado a la lista.

Casi pierde el tenor al comenzar con una sonrisa algo abierta, pero muchas veces pudo vencer la tentación delante del micrófono y no le era esfuerzo hoy.

Todo idealista es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo malo que observa, y lo mejor que imagina. Los hombres sin ideales son cuantitativos; pueden apreciar el más y el menos, pero nunca distinguen lo mejor de lo peor.

Más ha hecho la imaginación construyendo sin tregua, que el cálculo destruyendo sin descanso. La excesiva prudencia de los mediocres ha paralizado siempre las iniciativas más fecundas. Y no quiere esto decir que la imaginación excluya la experiencia: ésta es útil, pero sin aquélla es estéril. Todo idealismo es, por eso, un afán de cultura intensa: cuenta entre sus enemigos más audaces a la ignorancia, madrastra de obstinadas rutinas.

Lo poco que pueden todos, de pende de lo mucho que algunos anhelan.

Ahora lo interrumpí yo con un mate porque se le sentía seca la garganta. Hice un silencio porque sabía que necesitaba salirse de la lectura. Cuando leía me miraba cada tanto. Estaba anotando al margen en la mente notas que necesariamente debía aclarar. Terminó su mate y se largó.

-Lucas, yo entiendo que estas entusiasmado ahora que la ley esta de medios necesitará gente que tenga ideas para cumplir con la proporción de producción local. Yo creo que como son acá los que tienen la manija de las radios, si van a perder plata contratando gente dejarán de emitir la radio en cadena. Así que toda idea nueva no tendrá cabida, tal como estuvo siempre. Cuando leímos esto hace 15 años pensábamos que podríamos conseguir publicidad por la calidad de los contenidos y por la calidad de la audiencia. Pero parece que eso no le interesa ni a las agencias de publicidad ni a los comercios. Bahía siempre fue una mierda para gente como nosotros, con dos ideas de más. Mira que fue de FM del Sol con su “inmensa minoría”. Si Marcelo con sus contactos no pudo, nosotros que recién empezábamos que más hubiéramos hecho. Ahora tenemos más de cuarenta, estamos afuera de un montón de cosas.

No lo dejé de mirar mientras lo escuchaba. Su catarsis después de leer lo que leyó era inevitable y no puse reparos. Asentí cada vez que tenía razón. Fue en todas las veces, porque no hubo nada de lo que decía que estuviera lejos de la verdad.

-Es asi, no niego todo lo que nos pasó Marcos. Pero no se porque veo que las cosas cambiaron. Te pongo un ejemplo. Primero fue Chocolate, después todo aquel sector se lleno de discos. Y por que fue eso, porque cada vez fue mayor la población de pendejos y muchos vieron el negocio de la noche. Si mirás la cantidad de habitantes según la edades verás que entre los 15 y los 30 son mucha gente, más que hace 20 años. Y si hay muchos de 15, después habrá muchos de 18, porque crecieron, y entrarán a la universidad, trabajarán, tendrán otros intereses y muchos de ellos van a querer escuchar otra cosa en la radio, no los pelotudos de ahora que los trata como idiotas o como pendejos que ya fueron. Me entendés. Y ante este cambio los que están en la radio no están teniendo idea de esos cambios. Están cerrados en sus estudios, y creen que porque los pongan unos tacheros, o en la 509 lo ponen mas de tres chóferes o se escuche en los comercios es lo que la gente quiere escuchar. No tienen ni idea. Y los que son líderes en audiencia, solo son de una mayoría que decide escucharlo. Y esta bien, pero son el 100 % de los que escuchan radio?, tanto creemos que hay un 100% de encendido para unos y que otros no lo escuchan realmente nadie?. Y si tienen audiencia porque es lo menos malo que se puede elegir? Hace más de 20 años que empezamos a tener radios FM y me parece imposible que no haya variedad de propuestas con gente nueva. Y no digo que no haya, pero solo hay programas aislados en un montón de mierda por cada radio. No hay una programación entera en una única radio con gente copada que no me haga cambiar el dial. A mi y a muchos. También me parece algo increíble que después de tantos años con muchas radios al aire nadie haya definido una propuesta original y que apunte a un tipo de audiencia y que trabaje sobre ese target, definiendo música, la manera de poner al aire la programación. Todas hacen lo mismo, todas piensan pescar a lo que dicen el oyente promedio. Pero si 10 quieren pescar el 70% de la audiencia con cuanto pretenden quedarse?. Y el 30% que no somos oyentes promedio, con que salga una o dos radios a pescarnos, se queda con más que la parte que le toca de los 70%. divido entre 10.

-Y es donde querés vos salir a pescar.

-Y si Marcos. Y si no lo hicieron hasta ahora es que los que están en medios no encontraron la gente adecuada para algo mejor. Sí encontraron la que ahora estan al aire. Porque gente mejor hay que pagarle mejor, y a gatas se paga lo que están o agarran todo, sea la mañana, sea midget, basquet, pelota a paleta o carrera de escarabajos como par hacer una diferencia. Asi como generás una radio profesional? Como salís a hablar a tus anunciantes futuros o actuales hablar de la calidad de tu programación?, con que cara vas?

-Esto ya lo hemos hablado. Venden publicidad, no calidad. Venden porque son amigos, son conocidos, les hablan y los convencen. Ponen publicidad por relación. Y eso fue lo que nos falto a nosotros. Relacionarnos. Teníamos pocas puertas por tocar y mucho menos abiertas para pasar. Y las que pasamos con lo poco que hicimos no la supimos aprovechar. Nos formamos en como hacer las cosas, no como venderlas. Acordate lo de Fito Paez, “En tiempos donde siempre estamos solos, habrá que declararse incompetente
en todas las materias del mercado”

-Se se, también hay razón en eso.-

Ya casi me tiraba a la lona otra vez. Mire el libro aun abierto en su mano. Era como si aun podía bañarme en lo fresco de las ideas motivadoras del autor. Eso me levantaría antes del conteo final. No era una lucha con el realismo? de Marcos. Sino con un fósforo húmedo que no encendía para mantener prendida la llama sagrada que en la medida que pasaban los años se apagaba con cualquier ventisca leve.
Recordé la canción de Sui, El tuerto y los ciegos. “La mediocridad para algunos es normal la locura es poder ver más allá.” Y era lo que quería hacer que vea a Marcos. Y estar un poco locos.

-Sigamos viendo mas allá. Que tal las restantes partes subrayadas?.-

Resignado, accedió, pero pareciá mas gustoso en seguir que cuando termino y tuvo su catarsis.

-Me acuerdo lo que sigue. Es mas para mi que para vos.- dijo y forzó una sonrisa sincera.

Los idealistas románticos son exagerados porque son insaciables.
Sueñan lo más para realizar lo menos; comprenden que todos los ideales contienen una partícula de utopía y pierden algo al realizarse: de razas o de individuos, nunca se integran como se piensan. En pocas cosas el hombre puede llegar al Ideal que la imaginación señala: su gloria está en marchar hacia él, siempre inalcanzado e inalcanzable.

Las rebeldías románticas son embotadas por la experiencia: ella enfrena muchas impetuosidades falaces y da a los ideales más sólida firmeza. Las lecciones de la realidad no matan al idealista: lo educan.

Puso énfasis en la última palabra. Agache la cabeza para avisarle que recibí el palo, le alcancé su turno de mate y continúo.

No puede doblar la realidad a sus ideales, pero los defiende de ella, procurando salvarlos de toda mengua o envilecimiento. Lo que antes se proyectaba hacia afuera, polarizase en el propio esfuerzo, se interioriza. "Una gran vida escribió Vigny- es un ideal de la juventud realizado en la edad madura". Es inherente a la primera ilusión de imponer sus ensueños, rompiendo las barreras que les opone la realidad; cuando la experiencia advierte que la mole no cae, el idealista atrincherándose en virtudes intrínsecas, custodiando sus ideales, realizándolos en alguna medida, sin que la solidaridad pueda conducirle nunca a torpes complicidades.

El idealismo sentimental y romántico se transforma en idealismo experimental y estoico; la experiencia regula la imaginación haciéndolo ponderado y reflexivo. La serena armonía clásica reemplaza a la pujanza impetuosa.
Es natural que así sea. Los romanticismos no resisten a la experiencia crítica: si duran hasta pasados los límites de la juventud, su ardor no equivale a su eficiencia. (…) La acumulación de los contrastes acaba por coordinar la imaginación, orientándola sin rebajarla.


Tomo la pausa para darme el mate vació y agachó la cabeza para decirme que el ahora había recibido el palo. Con la mano del mate sin terminar le hice seña que siguiera. Sabía que se estaba entusiasmando.

LOS HOMBRES SIN PERSONALIDAD

Individualmente considerada, la mediocridad podrá definirse como una ausencia de características personales que permitan distinguir al individuo en su sociedad. Ésta ofrece a todos un mismo fardo de rutinas, prejuicios y domesticidades; basta reunir cien hombres para que ellos coincidan en lo impersonal

Vivir es aprender, para ignorar menos; es amar, para vincularnos a una parte mayor de humanidad; es admirar, para compartir las excelencias de la naturaleza y de los hombres; es un esfuerzo por mejorarse, un incesante afán de elevación hacia ideales definidos.
Muchos nacen; pocos viven. Los hombres sin personalidad son innumerables y vegetan moldeados por el medio, como cera fundida en el cuño social. Su moralidad de catecismo y su inteligencia cuadriculada los constriñen a una perpetua disciplina del pensar y de la conducta; su existencia es negativa como unidades sociales.

Están en todas partes, aunque en vano buscaríamos uno solo que se reconociera; si lo halláramos sería un original, por el simple hecho de enrolarse en la mediocridad. ¿Quién no se atribuye alguna virtud, cierto talento o un firme carácter? Muchos cerebros torpes se envanecen de su testarudez. confundiendo la parálisis con la firmeza, que es don de pocos elegidos; los bribones se jactan de su bigardía y desvergüenza, equivocándolas con el ingenio; los serviles y los parapoco pavonéanse de honestas, como si la incapacidad del mal pudiera en caso alguno confundirse con la virtud.

Si hubiera de tenerse en cuenta la buena opinión que todos los hombres tienen de sí mismos, sería imposible discurrir de los que se caracterizan por la ausencia de personalidad. Todos creen tener una; y muy suya. Ninguno advierte que la sociedad le ha sometido a esa operación aritmética que consiste en reducir muchas cantidades a un denominador común: la mediocridad.

-Aca si que nos subimos al tren de las nubes aquella vez.- se interrumpió.

-Sep, los subrayados siguientes describen a la gente de la ciudad como lo estábamos viendo desde ese tren. Hoy capaz que serían mas los que se molestarían por la forma que los describíamos

Alguna vez recibió Lombroso un telegrama decididamente norteamericano. Era, en efecto, de un gran diario, y solicitaba una extensa respuesta telegráfica a la pregunta presentada con la sugerente recomendación de un cheque: "¿Cuál es el hombre normal?" La respuesta desconcertó, sin duda, a los lectores.
Lejos de alabar sus virtudes, trazaba un cuadro de caracteres negativos y estériles: "Buen apetito, trabajador, ordenado, egoísta, aferrado a sus costumbres, misoneísta, paciente, respetuoso de toda autoridad, animal doméstico"

Con ligeras variantes, esa definición evoca la del Filisteo: "Producto de la costumbre, desprovisto de fantasía, ornado por todas las virtudes de la mediocridad, llevando una vida honesta gracias a la moderación de sus exigencias, perezoso en sus concepciones intelectuales, sobrellevando con paciencia conmovedora todo el fardo de prejuicios que heredó de sus antepasados"

A esas definiciones del hombre medio pueden aproximarse otras de carácter intelectual o estético, no exentas de interés, aunque unilaterales. Para algunos, la mediocridad consistiría en la ineptitud para ejercitar las más altas cualidades del ingenio; para otros, sería la inclinación a pensar a ras de tierra. Mediocre correspondería a Burgués, por contraposición a Artista. Flaubert lo definió como "un hombre que piensa bajamente". Juzgado con ese criterio, le parece detestable.

El que es justo-medio lo sabe, tiene la intención de serlo; el hombre mediocre es justo-medio sin sospecharlo. Lo es por naturaleza, no por opinión; por carácter, no por accidente. En todo minuto de su vida, y en cualquier estado de ánimo, será siempre mediocre. Su rasgo característico, absolutamente inequívoco, es su deferencia por la opinión de los demás. No habla nunca; repite siempre.

Juzga a los hombres como los oye juzgar. Reverenciará a su más cruel adversario, si éste se encumbra; desdeñará a su mejor amigo si nadie lo elogia. Su criterio carece de iniciativas. Sus admiraciones son prudentes. Sus entusiasmos son oficiales

Cada individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación. La primera tiende a proveerle de los órganos y las funciones mentales que le transmiten las generaciones precedentes; la segunda es el resultado de las múltiples influencias del medio social en que el individuo está obligado a vivir. Esta acción educativa es, por consiguiente, una adaptación de las tendencias hereditarias a la mentalidad colectiva: una continua aclimatación del individuo en la sociedad.

-Bahía en rayos X, che. De esto no me acordaba.

-Seguí que se pone bueno.

El mediocre aspira a. confundirse en los que le rodean; el original tiende a diferenciarse de ellos. Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: nada parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con su cabeza.

El mediocre no inventa nada, no crea, no empuja, no rompe, no engendra; pero, en cambio, custodia celosamente la armazón de automatismos, prejuicios y dogmas acumulados durante siglos, defendiendo ese capital común contra la asechanza de los inadaptables. Su rencor a los creadores compénsase por su resistencia a los destructores. Los hombres sin ideales desempeñan en la historia humana el mismo papel que la herencia en la evolución biológica: conservan y transmiten las variaciones útiles para la continuidad del grupo social. Constituyen una fuerza destinada a contrastar el poder disolvente de los inferiores y a contener las anticipaciones atrevidas de los visionarios. La cohesión del conjunto los necesita, como un mosaico bizantino al cemento que lo sostiene. Pero -hay que decirlo- el cemento no es el mosaico.
Su acción sería nula sin el esfuerzo fecundo de los originales, que inventan lo imitado después por ellos. Sin los mediocres no habría estabilidad en las sociedades; pero sin los superiores no puede concebirse el progreso, pues la civilización sería inexplicable en una raza constituida por hombres sin iniciativa. Evolucionar es variar; solamente se varía mediante la invención. Los hombres imitativos limítanse a atesorar las conquistas de los originales; la utilidad del rutinario está subordinada a la existencia del idealista, como la fortuna de los libreros estriba en el ingenio de los escritores. El "alma social" es una empresa anónima que explota las creaciones de las mejores "almas individuales", resumiendo las experiencias adquiridas y enseñadas por los innovadores.
Son la minoría, éstos; pero son levaduras de mayorías venideras.

Las rutinas defendidas hoy por los mediocres son simples glosas colectivas de ideales, concebidos ayer por hombres originales. El grueso del rebaño social va ocupando, a paso de tortuga, las posiciones atrevidamente conquistadas mucho antes por sus centinelas perdidos en la distancia; y éstos ya están muy lejos cuando la masa cree asentar el paso a su retaguardia. Lo que ayer fue ideal contra una rutina, será mañana rutina, a su vez, contra otro ideal. Indefinidamente, porque la perfectibilidad es indefinida.

Marcos levanto las cejas. Algo le estaba molestando.

-Esto con que lo relacionamos aquella vez. Nos fuimos al carajo.

-Parece, pero fíjate una cosa. Ayer como hoy la ciudad esta como siempre. Pero no en todo. Y mirá como las cosas van cambiando y le dan sentido a lo que leiste. Te acordás el hermano de Pablo que era operador en Malvinas cuando no era Rock. Siempre le tiraba un temita a Leon de rock nacional y se lo mandaba a sacar. Ahora todo es rock nacional y vos y yo desde mucho antes, desde los 80, cuando buscábamos rock nacional en la radio que encontrábamos: nada, o casi nada. Ahora hay dos radios dedicadas. Escuchar rock nacional era pasar por zurditos, raros, antisociales. Te acordás. Blaglieto?, Pappo? Como vás a escuchar eso nos decían las chicas con sus peinados ochentosos. Éramos pocos y hoy son muchos. Ganamos viejo, aunque FM ciudad ahora pasen Redondos, vos y yo hace más de 20 años que escuhamos Redondos. Esta parte la relaciono con eso. Aquel 1994 sabiámos que queríamos algo distinto, y ahora seguimos queriendo lo mismo porque la ciudad, las radios, la gente que la está haciendo no avanzó, solo se adaptó. Y aun tenemos márgenes de hacer algo distinto.

Marcos resopló. Miro lo que seguía y para mi sorpresa siguió leyendo.

PELIGROS SOCIALES DE LA MEDIOCRIDAD

La psicología de los hombres mediocres caracterizase por un riesgo común: la incapacidad de concebir una perfección, de formarse un ideal.
Son rutinarios, honestos y mansos; piensan con la cabeza de los demás, comparten la ajena hipocresía moral y ajustan su carácter a las domesticidades convencionales.
Están fuera de su órbita el ingenio, la virtud y la dignidad, privilegios de los caracteres excelentes; sufren de ellos y los desdeñan. Son ciegos para las auroras; ignoran la quimera del artista, el ensueño del sabio y la pasión del apóstol. Condenados a vegetar, no sospechan que existe el infinito más allá de sus horizontes.
El horror de lo desconocido los ata a mil prejuicios, tornándolos timoratos e indecisos: nada aguijonea su curiosidad; carecen de iniciativa y miran siempre al pasado, como si tuvieran los ojos en la nuca.
Son incapaces de virtud; no la conciben o les exige demasiado esfuerzo. Ningún afán de santidad alborota la sangre en su corazón; a veces no delinquen por cobardía ante el remordimiento.
No vibran a las tensiones más altas de la energía; son fríos, aunque ignoren la serenidad; apáticos sin ser previsores; acomodaticios siempre, nunca equilibrados. No saben estremecerse de escalofrío bajo una tierna caricia, ni abalanzarse de indignación ante una ofensa.
No viven su vida para sí mismos, sino para el fantasma que proyectan en la opinión de sus similares. Carecen de línea; su personalidad se borra como un trazo de carbón bajo el esfumino, hasta desaparecer.
Trocan su honor por una prebenda y echan llave a su dignidad por evitarse un peligro; renunciarían a vivir antes que gritar la verdad frente al error de muchos. Su cerebro y su corazón están entorpecidos por igual, como los polos de un imán gastado.
Cuando se arrebañan son peligrosos. La fuerza del número suple a la febledad individual: acomúnanse por millares para oprimir a cuantos desdeñan encadenar su mente con los eslabones de la rutina.
Substraídos a la curiosidad del sabio por la coraza de su insignificancia, fortifícanse en la cohesión del total; por eso la mediocridad es moralmente peligrosa y su conjunto es nocivo en ciertos momentos de la historia: cuando reina el clima de la mediocridad.
Épocas hay en que el equilibrio social se rompe en su favor. El ambiente tórnase refractario a todo afán de perfección; los ideales se agostan y la dignidad se ausenta; los hombres acomodaticios tienen su primavera florida. Los estados conviértense en mediocracias; la falta de aspiraciones que mantengan alto el nivel de moral y de cultura, ahonda la ciénaga constantemente.

LA VULGARIDAD

La vulgaridad es el aguafuerte de la mediocridad. En la ostentación de lo mediocre reside la psicología de lo vulgar; basta insistir en los rasgos suaves de la acuarela para tener el aguafuerte.
Diríase que es una reviviscencia de antiguos atavismos. Los hombres se vulgarizan cuando reaparece en su carácter lo que fue mediocridad en las generaciones ancestrales: los vulgares son mediocres de razas primitivas: habrían sido perfectamente adaptados en sociedades salvajes, pero carecen de la domesticación que los confundiría con sus contemporáneos. Si conserva una dócil aclimatación en su rebaño, el mediocre puede ser rutinario, honesto y manso, sin ser decididamente vulgar. La vulgaridad es una acentuación de los estigmas comunes a todo ser gregario; sólo florece cuando las sociedades se desequilibran en desfavor del idealismo. Es el renunciamiento al pudor de lo innoble

  La vulgaridad es el blasón nobiliario de los hombres ensoberbecidos de su mediocridad; la custodian como al tesoro el avaro. Ponen su mayor jactancia en exhibirla, sin sospechar que es su afrenta. Estalla inoportuna en la palabra o en el gesto, rompe en un solo segundo el encanto preparado en muchas horas, aplasta bajo su zarpa toda eclosión luminosa del espíritu. Incolora, sorda, ciega, insensible, nos rodea y nos acecha; deléitase en lo grotesco, vive en lo turbio, se agita en las tinieblas. Es a la mente lo que son al cuerpo los defectos físicos, la cojera o el estrabismo: es incapacidad de pensar y de amar, incomprensión de lo bello, desperdicio de la vida, toda la sordidez. La conducta, en sí misma, no es distinguida ni vulgar; la intención ennoblece los actos, los eleva, los idealiza y, en otros casos, determina su vulgaridad.

El silencio me sorprendió, venia bien Marcos. Lo estaba escuhando mirando hacia la intersección del cerámico en el piso. Levante la vista y lo vi rascándose la incipiente pelada. Señal que no podía conectar demasiado todo lo que leía con la intención primera con que llegué a su casa y se inició todo esto.

-Querés poner una radio me dijiste.
-Si, leer o volver a leer a Ingenieros con vos, aunque fue una tetra mía para entusiasmarte, también era algo que quería escuchar para que me entusiasme a mi. Es como identificar todo lo que no tenemos que hacer para poder diferenciarnos del resto.

-Es tarde. Continuamos mañana. Déjame el libro que quiero recordar más. Talvez me prenda de nuevo en esta idea loca tuya.

-Dale.

Salí a la madrugada a tomar aire fresco, del real, porque del ideal ya estaba lleno.


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