sábado, 31 de octubre de 2009

Cuando un estudio de radio se transforma en una cabina de DJ de cualquier disco. O como no hacer radio.

A menudo, casi seguro que siempre, encontraremos a un locutor o conductor-locutor de hecho vociferando alegría y esto y lo otro. Alguien, en algún momento les dijeron a estos personajes gritones de nuestras radios que si querés ser bueno en radio tenés que ser buena onda, divertido y conducir un programa como si fuera un DJ de una disco. No encuentro otra explicación. Si ser informal, tratar de no ser acartonado y ser dinámico conduciendo un programa es salir a los gritos, saludando a todos, los que ve y los que se imagina escuchando su programa, festejar los desaciertos y desprolijidades; las cosas tienden a empeorar en el dial de Bahía Blanca. 
Ok, que dueños de discos tengan su radio es aceptable, pero pensar que la gente sigue de joda en la semana, esperando la happy hour para un descuento en la barra, o el tema que decide el 2 x 1 en la misma barra ya es tomar al habitué de la discoteca promocionada por un descerebrado. Inclusive en programas que están lejos de promocionar una disco, pero sus conductores entra a los gritos diciendo nada. Como se hace en una disco cuando los DJ arengan a levantar la mano, “a ver como dice” y bajan el sonido del tema clásico sabido de memoria y otras técnicas propias de DJ.
Con la cantidad de información que dispone y maneja los oyentes en este comienzo del siglo XXI, con 70 canales por cable, mas de 200 millones de sitios en internet, 60 radios en la ciudad, mas de 100 revistas en los quioscos, los esfuerzos por darle contenido para que el oyente disfrute de escuchar radio no parece ser norma para muchos conductores. Es notable como no hay una mínima preparación previa (se nota en casi todos), una producción que supere leer el diario local, leer los capitalinos por internet, comentar como está afectando el clima de ese momento, hacer chistes subido de tono de un mail recibido últimamente (que ya muchos deben tener porque llega via cadena). Y reirse, de cualquier tontera pero reírse, la buena onda tiene que prevalecer, desbordar desde los parlantes y contagiar.
Me pregunto si la calidad de los contenidos de los programas, la recurrencia de los mismos métodos para poner al aire un programa por parte de los conductores esta apoyado por un estudio de mercado o una encuesta propia o contratada donde defina el tipo de audiencia que está sintonizando en una determinada franja horaria, los gustos de los oyentes por edad, la imagen de tal conductor o del la misma radio. O es simplemente la radio que puede hacer la calidad de personas que la hace y la calidad de los oyentes que la escuchan. O como ya me lo hicieron ver que la radio que tiene la ciudad es la radio que quiere la misma gente. Quiero ver esa encuesta.

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